6 MAR. 2023 • 5 MIN READ
La hora cero es el momento en que todo cambia. Es el instante en que tu vida se divide en dos: antes y después. Puede ser el momento en que recibes una noticia devastadora, el momento en que pierdes a alguien que amas, o el momento en que te das cuenta de que todo lo que has conocido hasta ahora ya no existe.
Para mí, la hora cero llegó cuando perdí a alguien significativo en mi vida. No fue una muerte en el sentido literal, pero para mí, fue una pérdida igual de dolorosa. La persona que había sido a quien más amaba en su momento, mi confidente y mi compañera, simplemente desapareció de mi vida.
No sé exactamente cuándo sucedió, pero de repente me di cuenta de que ya no estaba ahí. Sí, se alejó de repente, para mí fue algo muy extraño, no entendía qué estaba pasando, sin embargo. En su despedida, había un texto con más de trescientos caracteres explicándome del porqué de su decisión, tan de repente y sin previo aviso, ella tenía algo de razón en lo que había escrito. No hubo un gran enfrentamiento o una pelea que marcara el final de nuestra relación, simplemente se desvaneció en el aire. Seguramente hay una parte de mí que reconoce y sabe que fue en realidad lo que desato tal situación, sabe que no tiene solución y decide no pensar en ello y evadir la culpa.
En un principio, traté de negar la realidad. Me decía a mí mismo que estaba ocupado, que ella estaba ocupada, que las cosas eran diferentes ahora. Pero a medida que el tiempo pasaba, me di cuenta de que estaba mintiéndome a mí mismo. La verdad era que lo nuestro había terminado, y nunca volvería a ser igual.
La hora cero fue un momento oscuro y doloroso en mi vida. Me sentí perdido, confundido y desconsolado. No sabía cómo seguir si ella no estaba a mi lado, y me preguntaba cómo podría haber dejado que las cosas llegaran a este punto.
A medida que el tiempo fue pasando, me encargue de dejar ese doloroso sentimiento a un lado y al final de todo perdonarme a mí mismo, a perdonar cada falla que pude haber cometido, de esta manera ya me sentía más tranquilo y en mi mente solo había recuerdos primorosos, recuerdos que solo me traían un toque de felicidad.
Debo admitir que su imagen siempre estaba en mis pensamientos, la noticia es que ya no generaba ese nudo en el pecho, esa tristeza incontrolable que no logras sobrellevar y la culpa de haberlo perdido todo de un momento a otro.
En mi mente solo habitaba este frágil pensamiento: Ahora todo está bien. Y sí, todo estaba bien. Seguramente el hecho de no volver a saber el uno del otro desencadena esta impresión, lo podríamos ver como el deceso de algún ser querido, siento que es un sentimiento egoísta. En realidad sentimos dolor porque se ha ido y nunca más volverá a compartir con nosotros, pasado el tiempo logramos aceptar esta perdida y superamos el duelo.
Sin embargo. En el amor hay algo de disentimiento. Las personas a veces regresan a nuestra vida de maneras que nunca esperamos. Tal vez sea un mensaje sorpresa en las redes sociales, una llamada telefónica inesperada o incluso un encuentro casual en la calle. O lo que sea que haya desencadenado este momento, en mi caso fue una llamada inesperada, algo que jamás llegue a imaginar, en mi mente ya existía este pensamiento de que nunca más volvería a saber de ella, y no porque así lo quisiera, simplemente el tiempo avanza demasiado rápido.
Pero no fue así hasta ese momento, cuando finalmente empezamos a hablar, mi existencia en ese momento se convirtió en una montaña rusa de emociones, algo que no lograba descifrar, estaba siendo hackeado, mi código binario pasaba de estar en estado cero a estado uno. Pues cada momento que compartimos estaban siendo recuperados y cada palabra que salía de mi boca se provoca por pura inercia, no era yo en ese momento, mis sentidos se discreparon, ella tenía el control.
Pero como evitarlo, si hablar con ella se había convertido en algo único para mí, pasábamos horas y horas hablando, horas incesantes que sentíamos como minutos, nuestros momentos eran únicos y emocionantes. Se sentía como un salto en paracaídas, todo era fuera de lo normal, ¿Cómo no quedar atrapado en algo así?.
Recuerdo que hablamos por más de tres horas, pero a medida que la conversación avanzaba me di cuenta de que esta vez nada era igual, esta vez se sentía un poco extraño, la sensación que percibí fue diversa, me di cuenta de que había pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos, y que a lo mejor ya no nos conocíamos tan bien como solíamos hacerlo, surgieron preguntas sobre lo que había pasado en nuestras viadas, lo que habíamos estado haciendo durante todo este tiempo y como habíamos cambiado desde la última vez que nos vimos. También surgieron silencios incómodos y temas difíciles de abordar.
Pasaron varios días y no volvimos a saber el uno del otro, hasta que mi celular volvió a vibrar por una llamada ignota. Ella estaba de vuelta, me sentí un poco extraño, pero no como la primera vez, esta vez estaba con más calma, aun así me seguía sorprendiendo y era algo que me parecía un sueño, un sueño del que no lograba despertar.
Pues su regreso me afectaba de cierta manera, quizá no me había olvidado de ella por completo, y cuando digo olvidar no me refiero a olvidar que la persona existe o quitar por completo los buenos momentos, porque si alguien paso por nuestra vida por muy feo que consideres que haya sido la experiencia, es imposible de deshacer. Se trata de olvidar ese afecto sensible que se crea en una relación y que esta se convierta en un vínculo de simpatía, ser consiente de lo que fue y ya no loes, aprender a vivir y permitirle a las personas que quieren estar y a las que no, marcharse.
Yo no estaba preparado, pero en realidad el hecho de que volviéramos a hablar me sirvió, esto me ayudo a comprender más las cosas, logré despejar esa incógnita y distinguir porque todo había terminado, a entender que las cosas tan deprisa no son para siempre y tienen su consecuencia.
Aprendí a aceptar lo que había sucedido. Aprendí a valorar los recuerdos que habíamos compartido, y a aceptar que a veces las cosas simplemente terminan. La hora cero me enseñó que la vida es frágil y que nunca sabemos cuánto tiempo tenemos con las personas que amamos. Me enseñó a valorar cada momento, y a nunca dar por sentadas las relaciones que son importantes para mí.
¿Habrá algo especial en la posibilidad de volver a conectarse con alguien que una vez significó tanto?. 🔮
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